lunes, 21 de noviembre de 2011

Un lugar .

Hay un lugar, mas allá de las quebradas en la Pcia de La Rioja, allá por donde nade el río Huaco. Pasando el dique, subiendo la montaña, bordeándola, como si fueras trepando como una serpiente, abrazándola enroscándote  aferrándote … por un camino estrecho de tierra donde al pasar, partes de la montaña se despeñan en piedritas rojas, como si la montaña no quisiera ser molestada por nadie y disminuís la velocidad seguís caminando en puntitas de pié, despacito, muy despacito hasta llegar a un lugar donde el río quieto descansa haciendo un espejo perfecto que se confunde con el cielo.  Si, descansa literalmente.


Y el silencio.... es infinito…



Tal vez escuchas el aletear de algún ave a las perdidas o como juegan algunas hojas movidas por el viento , que tiene miedo de despertar al río; porque pasa sigiloso por ahí, casi imperceptible, solo sentís en la cara tibio y fresco a la vez, su suave muy suave caricia.



La altura crea una especie de vacío en tus oídos , eso que llaman apunamiento, por la presión que ejerce la altura , pero al rato, si te quedas tranquilo y te dejas llevar, la paz que inunda el lugar se te mete en el cuerpo ... dejas de sentir la pesadez de saberte un cuerpo distinto para comenzar a ser parte … si caminas descalzo sentís como se funden los pies con la tierra, sentís como la paz de ese lugar se trepa por tus piernas ... te expandís y ya eres parte de ese milagro que fuiste a ver.



Ahí, en ese pedazo de cielo, nací un caluroso invierno de 1970



viernes, 30 de septiembre de 2011

Una noche de Miércoles


I

Teclear en distintas ventanas, conlleva una concentración extra para no equivocarse de conversación.

Inserto en la pantalla, una mueca de vaya a saber si era alegría o maldad, surgía de su boca que en silencio se movia como si estuviera hablando con alguien.

En efecto, varias ventanas, cada una significaba un contacto, una víctima del juego que hacia 3 años llevaba a cabo.

La rutina era siempre la misma, conocerla, escudriñarla, encontrarle su punto más flojo y usarlo para conocerla personalmente y llevarla a la cama para luego abandonarla.

La red, amiga de lo desconocido, cómplice de gente perversa que insana se divierte y deja mal parados a otros tantos miles. La red, da lugar a todo, y él aprovechaba la situación para conseguir sexo sin obligación, camuflado en el anonimato y la seguridad que este proporciona.

Hacia 3 años se había separado y su esposa se había llevado a su hija y por lo tanto ya no la veía, y le echaba la culpa a su ex cuando en realidad el que no hacía nada para ver a la criatura era el que se mantenía la mayor parte del tiempo conectado a un mundo que no lo conocía a gente que conocía solo una parte de el, la más bondadosa, la lastimera, la del pobre tipo abandonado pero la verdad que se escondía en la penumbra de una habitación rentada es que de pobre hombre no tenía nada, era de esos que se divierten conociendo varias chicas , una o dos por día a las que pueden con suerte llevar y revolcar en un cuarto de hotel y luego las elimina de su MSN.

Mientras atento leía las respuestas de sus contactos, con el discurso de siempre, jocosamente se echa para atrás la maraña de rulos que invaden su frente.
Sus ojos claros se encuentran atrapados por la luz de la pantalla.

Tiene 5 ventanas abiertas, 5 conversaciones y a todas les dice lo mismo y las invita a salir.

La magia de la red hace que dos contesten que si al unísono. Dan lugar y hora de encuentro, la decisión se torna inevitable, dos coloradas, a cual elegir?


II

Karen hace meses que no encuentra trabajo y se hospeda en la casa de su amiga Raquel.

En busca de trabajo visita una y otra vez páginas rellenando CV a diestra y siniestra, mandando cartas de presentación, vendiéndose tal vez como si fuera un objeto.

Luego de varios meses, no solo busca trabajo, también aprovecha para charlar y hacer sociales.

Es mujer, una mujer atractiva de casi 30 sin hijos y soltera, con la vida por delante pero siente que esa vida se le escapa, aunque no se da cuenta que esos sentimientos se agudizan desde que busca trabajo infructíferamente. Pelirroja de nacimiento, pecosa, con ojos picaros y bien dotada, es llamada a charlar por varios caballeros que deambulan por la red.

Desde hace unos meses Raquel al llegar a casa se encuentra con su presencia y esto la alegra mucho ya que esa presencia brillante le da la sensación de sentirse menos sola.



III

Raquel de 36 años, divorciada y con dos hijos adolescentes, vive con su hija y ahora con Karen. Duermen juntas como amigas adolescentes, se cuentan todo, no paran de charlar y comparten a veces contactos de la red porque como es previsible frecuentan las mismas páginas en busca de un poco de diversión.

Raquel, más experimentada ya ha conocido gente por Internet y contrario a los comentarios siempre ha salido airosa de esos encuentros, ha tenido suerte ya que sabe perfectamente que detrás de la pantalla puede haber cualquier cosa, desde el príncipe azul hasta un delincuente pervertido, pero se cuida ya que tiene sobre sus espaldas la conciencia de vivir por sus hijos.

Raquel es una mujer muy activa que conoció a Karen cuando retomó los estudios hace ya varios años, estudia abogacía igual que Karen.

Estudia, trabaja, va al gimnasio, cuida de sus hijos, el perro, el gato, la tortuga y ahora de su amiga.

Adora hacer gimnasia en cumplimiento quizás de ese viejo sueño de niña que no pudo cumplir, ser bailarina del colón. Va a natación y de allí sale más tranquila que de costumbre, es una persona tranquila, madura, que sabe lo que quiere y cuando lo quiere aunque la vida pare haber sido un poco exigente con ella, nunca tuvo un marido que trabaje es por eso que se decidió a estar sola y no llevar hombres a su casa, su casa, ese cielo que compartía con su hija ya que su hijo se había ido a vivir solo en busca de libertad. Su partida le dolió pero la comprendió, como comprendió cada golpe que le la vida le supo proporcionar.


IV

Miércoles, muy miércoles para Raquel que había sacado días de vacaciones pero su economía no la dejaba irse a ningún lado, por lo que se la pasaba en su casa descalza y relajada, más relajada que de costumbre.

Karen volvió decepcionada de una entrevista laboral, una de tantas pero enganchada con un hombre que había conocido por Internet.

Raquel contaba dentro de sus pocas pertenencias con una PC que habia adquirido hacía como 4 años y que le servía para la facultad y para hacer sociales al igual que Karen.

Dado que ambas chateaban cuando estaban juntas usaban la misma pc y consiguieron un programa mediante el cual podían abrir sus cuentas de MSN al mismo tiempo.

Con esto se divertían bastante ya que esta tecnología no era del todo conocida.

Esa tarde Raquel charlaba con Hugo quien insistía en que se encuentren luego de que la anterior salida se había visto frustrada por “razones ajenas a su voluntad” a decir verdad Raquel no había concurrido a la cita pero Hugo no lo sabía y rogaba su perdon con una infinidad de caritas llamadas emoticons.

-          Tengo que ponerme a bailar como Barney? – Decía

Tan solo imaginarlo iluminaba la sonrisa de Raquel que no le creía nada a esta persona, pues ya había encontrado en las charlas situaciones que no la terminaban de convencer.

Karen, mas confiada e inexperta creía en todos los que hablaban con ella y eso era un problema porque siempre salía lastimada.

Ambas conectadas a MSN mientras tomaban mate en la habitación fueron sorprendidas por una misma frase en la ventanita de Hugo que sin que el lo supiera las tenía a las dos como contacto.

Raquel hace caso omiso a la invitación, mientras que Karen, cautivada por el hombre le responde con una larga explicación de todo lo que hizo en el día que no puede salir hoy.

-          Tengo que ponerme a bailar como Barney?

Eso hizo que Karen estalle en risas lo que llamó poderosamente la atención de Raquel. Cuando se dieron cuenta de que era la misma persona que las invitaba a salir en el mismo momento, decidieron decirle que si , las dos.se miraron con esa mirada cómplice que tenían cada una, una mirada que decía todo, como es de esperarse en amigas inseparables como lo son.  


V
Cuando instalaron el programa que permite abrir dos MSN juntos en la misma PC, Raquel y Karen no imaginaron que podría divertirse tanto.
La tarde rayaba aburrida, o cotidiana, fresca tarde de octubre, y ambas de charla vieron como la luz naranja marcaba en sus MSN que alguien les hablaba.
Era Matías, asombrosamente, ambas tenían el mismo contacto.
Asombrosamente, el tenía el mismo discurso con ambas.
Soltaron una carcajada, definitivamente era una tarde para divertirse.
Un “te invito a cenar” decía en ambas conversaciones iniciadas por la misma persona.
-          Te dije que era un chanta – se jactó Raquel
-          Es que no puede ser, era todo amor cuando lo conocí!! Me las va a pagar – dijo Karen sacando desde lo más profundo de su ser la “tanada “ que había heredado de su padre.
-          Y que vas a hacer? Yo ni pienso ir a verlo, esa gente no se merece ni que me lave los pies para ponerme zapatos – jocosa y con aire de saber que estas cosas pasan y que no vale la pena hacer nada.
-          Tengo que cobrarme, el tipo nos esta mientiendo!
-          Te miente a vos porque para mi no tiene importancia
-          Nos miente , aunque a vos no te importe! Como me gustaría aparecerme mientras esta con su otra cita
-          Che che que la otra cita soy yo – dice burlonamente – Aparecete total va a estar solo esperandome – y le paso un mate
-          Anda!
-          Eh? A donde? Naaa no vale la pena, es un pobre tipo que no sabe lo que quiere
-          Anda! Por favor y cuando están en plena charla aparezco yo. Quiero ver su cara… por favor, por favor, por favor, por favorrrrr
Una carcajada estalló en el aire y como si nada de todo esto habría pasado siguieron tomando mate y contandose como fue el día.


Ambas respondieron que si, y en un instante pusieron en un aprieto a Hugo que debía elegir a cual de las dos dejar plantada.
Raquel y Karen, pensaron que se había equivocado, no eran mal pensadas y creían en la buena voluntad de la gente. Pero … hay gente en la que no se debe confiar.
Así es que, decidieron ellas con quien se vería Hugo esa noche. Karen escribió:
-          Ah perdón, hoy no puedo, recordé que quedé con mi amiga para ir a cenar con ella. Espero no te enojes y me invites otro día.
-          Claro reina!! No podría enojarme con vos bombón.
Listo, solo quedaba que Hugo le confirme a Raquel a que hora y lugar de encuentro.
Cuando Raquel lo convenció de verse cerca de su casa, ya que no valía la pena ni viajar por una persona que juega a dos puntas, se despidió con un “nos vemos en un rato” y se fue sonriente a tomar mate con su amiga. Con la firme idea de dejarlo plantado.
Porque no dejar plantado a alguien que desde antes de conocerte te esta mintiendo?

VI


Llego a la pizzería indicada y no dejaba de mandar msj a Karen, que “te extraño” “quiero verte” y varios mensajes que no recibian respuesta porque seguramente esta con su amiga, pero claro, Hugo es un tipo al que le gusta estar  presente en todo momento cuando conoce una amiga y manda mensajes de ese estilo a cualquier hora como queriendo probar la paciencia o la soltería de la otra parte.
Hugo se siente el tipo más ganador del mundo, una esperando y la otra por llegar, el galán del año y se vuelve a acomodar esa maraña de rulos que siempre puebla su frente, para dejar ver esos ojos verdes con los que cualquier chica caería cautivada en un santiament.

Se acomodó en una mesa y se aproximó el mozo
-          Estoy esperando a alguien, luego ordeno – sin apartar la vista de su celular


VII

-          Che mira que ya te tenés que ir a ver al tipo este – dijo Karen
-          Ya??!! Uy pará que me lavo los pies que anduve descalza todo el día
-          No te vas a cambiar?
-          Para que? – sonriendo maliciosamente

Raquel se calzó, y aunque estaba de entrecasa, igual era una mujer muy atractiva, así este toda desdeñada, su atractivo no la dejaba nunca, se miró en el espejo y salió.

-          Mira que no tengo crèdito como hago para avisarte que ya llegué?
-          Tomá mi telefono que no deja de sonar y dame el tuyo
-          Ok, vamos?
-          Enserio vas a hacer esto por mi?
-          Obvio, para que somos amigas?

Dicho esto se encaminaron a Poi.



VIII


El ruido a copas y el bullicio de la gente inundaba el lugar.
Los mozos levantaron su vista cuando la mujer de cabello colorado entró al lugar con sus 36 años bien puestos.
Un pantalón veraniego ajustado y una remerita que remarcaba sus firmes pechos llamaban la atención de los caballeros del lugar.
Parada en la puerta, divisó los ojos grandes y verdes de un muchacho que la miraba asombrado con el celular en la mano.
Le regalo un “hola” con una sonrisa y se sentó con él.
Una frívola conversación entre ambos no dejaba de ser interrumpida por los constantes intentos de llamada que él repetía insistente con su celular.
Mientras la cintura de la mujer se zamarreaba con la vibración de esas llamadas que ella no contestaba. Sonreía, ella lo miraba y sonreía.
- Es bueno conocerte dijo Matías (ese era el nombre que dio cuando se conocieron en una página de Internet) pero ella lo recordaba por “Barney”
- Lo mismo digo. Pero si estás ocupado, me voy a mi casa.  – Mirando el celular que el no dejaba ni un instante.
- Discúlpame, es u  poco de trabajo nada más. Dejé de hacer algunas cosas para llegar a horario y estoy tratando de arreglarlas.
- Claro  - Dijo con una sonrisa burlona Raquel, mientras el celular de su amiga seguía sonando insistente y haciéndole cosquillas, Si, el celular de su amiga, porque lo habían intercambiado antes de salir.
La frialdad de la charla continuó por unos momentos. Ellos se habían conocido en una página de Internet y esa tarde él para reivindicarse de haberla dejado plantada el sábado a la noche la invito a cenar.
Porque una mujer que es plantada por un hombre que no conoce, acepta una segunda invitación? Su rostro, su físico no dan a pensar que se encuentre desesperada. Al contrario, de sentarse al azar en cualquier mesa con un caballero solo, éste la habría aceptado gustoso.
Que le hace a una mujer dar una segunda oportunidad?
Amor o venganza, son los únicos motivos que se me ocurren y definitivamente no estaba enamorada de él, aunque le resultaba atractivo, solo que … conocía su juego y a ella le había empezado a gustar el juego. Solo que el no lo sabía.
X

Hugo creía estar soñando, si, definitivamente, era una película de terror lo que le estaba pasando.
Sus ojos se ampliaron al máximo cuando Raquel dijo
-          Hola! Que andas haciendo por acá? – y se dirigía a una mujer de pollera corta y pecas radiantes que se había parado junto a ella.
-          Estoy esperando a mi amiga, nos íbamos a encontrar acá, pero llegué tarde. Ý con una sonrisa actuada, miró a Hugo y le dijo- Oh! Como estas? Creía que tenías que trabajar. Todo bien? – con una segunda sonrisa totalmente burlona.
Hugo miró al mozo que presenciaba la escena e intuía por su rostro que comenzó a sudar que el muchacho se encontraba en problemas.
-          Ustedes se conocen! – dijo Raquel, mirando seria y con asombro bien actuado a Matías
-          Si, -dijo Hugo titubeando y transpirando aun más.
-          Bueno, entonces se puede quedar así charlamos
La noche se tiñó de negro para Hugo con esa propuesta espontánea que acababa de entrar a sus oídos y que se repetía una y otra vez en su cerebro burlándose de el y haciéndolo pensar que estaba siendo cazado. Se dio cuenta que dejó de ser el cazador en este juego y no podía disimular el temor que esto le causaba.
Raquel y Karen charlaban amenamente mientras Hugo absorto las miraba, sudaba, sus manos temblaban. Hasta que las dos mujeres decidieron participarlo de la conversación



-          Pedimos otra cerveza? . dijo Raquel, y Hugo solo asintió con la cabeza ya que sus palabras parecían estar prisionera de su asombro.
-          Si quieren me retiro y los dejo solos chicos. Dijo Karen con sus ojitos brillantes y rozagante vocecita burlona.
-          No! Es mas divertida la charla entre amigos – Dijo Raquel – Vos que opinás? – Pregunto a Hugo que aun no podía reaccionar.
Llamó al mozo, quien se regocijaba de la situación y cada vez se acercaba más a la mesa para escuchar lo que en ella sucedía, limpiaba mesas limpias, hasta regaba las plantas de las masetas cercanas. Había entendido la situación mucho mejor que Matías que aun no salía de su asombro y solo lo buscaba con la mirada, una mirada asustada, pidiendo que alguien lo ayude.
- Una pizza con jamón y morrón y una cerveza más, por favor. Solicito Raquel al mozo cordialmente con una sonrisa. Quien le respondió con otra más cómplice.
-          Entonces, como se conocieron ustedes? – Preguntó Karen a Hugo, que no dejaba de temblar y que en estos momentos ya se le habían cruzado todas las hipótesis de una noche de bruja. Quizás con suerte vuelva desnudo y caminando a su casa, quizás con suerte.
-          Por Internet – Se apuró Raquel a responder, cómplice de Karen en sus certeros intentos por hacer sentir incomodo al hombre que tenían sentado en el banquillo de los acusados.
-          Igual que nosotros! – soltó animadamente Karen al aire y eso pareció darle un cachetazo más a Matías al que le comenzaba a faltar el aire. Y miraba para todos lados en señal de una clara sensación de persecución. El miedo lo invadía.
Que pasará por la mente de un hombre que acostumbrado a ser cazador, se da cuenta que ha sido cazado?

XI

Terminada la pizza y las cervezas, ya hechas las 11 de la noche de esta noche de miércoles, llego el momento de irse.

Hugo no sabía si salir de la pizzería con esas dos mujeres, aún estaba bajo el efecto de alguna de sus hipótesis, porque entendió que la lógica de las cosas indicaba que ante una situación así las cosas no podrían salir mal.

Raquel se despidió en la puerta y Karen hizo lo mismo aunque salió disparada para la casa de Raquel y esa acción hizo a Hugo que por fin pida ayuda.

-          Por favor, no me hagan nada, a donde va la petisa?
-          Se va, no tengas miedo, no mires atrás y toma el colectivo en esa esquina y no te bajes hasta que conozcas el lugar, estos no son barrios para chicos como vos. – esta recomendación, que dio mientras se iba- sonó más como amenaza que como consejo en los oídos de una persona que había sido cazada.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Una tarde tranquila

La tarde esta tranquila como mi alma. Es una de esas en que nada malo puede pasar, donde todo esta en su lugar.

La luz que entra por la ventana, te toca suavemente de costado. Pareciendo que te acariciara por la candidez que tienes en el rostro.

Tranquila, te observo desde mi lugar, concentrado en tus cosas, pensativo. Cada tanto, levantas la mirada y me regalas una sonrisa. Tibia, sincera, llena de amor y el silencio nos abraza y cómplices sonreímos tímidos los dos.

Te llevo un té, con limón, como te gusta. Te abrazo por la espalda y beso tu cuello, suave y largamente … como te gusta. Dejas lo que estas haciendo y me sientas en el escritorio.

Me besas tierno, tu mirada me dice lo que quieres; sonrío intuitivamente cómplice; me acaricias, delicado, como si acariciaras las alas de una mariposa a la que temes hacerle daño, me tocas y te contienes; el deseo de tocarme te gobierna y deslizas tus manos por mis piernas, por mis brazos con sumo cuidado, erizándome.

Te beso, te huelo, absorbo tu esencia, tu perfume, tu respiración, tu aire se convierte en mi aliento, tu respiración en mi ritmo, tu latir en mi canción.

Jugamos con nuestros labios, ellos nos gobiernan, nos esculcan, nos descubren candentes y embebidos en deseo.

La ropa nos molesta, ya dejaste tu asiento, ya me recostaste en el escritorio, ya me inundaste el cuerpo de caricias, ya tu lengua me cubrió de obscenidad.

Estas en mi cuerpo tomándolo todo, irreverente, insaciable, haciéndome vibrar. Estas en mi, navegando en mi mente; sabiendo donde anclar tus deseos.

Gemimos entrelazados, al unísono; temblando en cada caricia húmeda, gozando de nuestros instintos, a merced de las voluntades de nuestros cuerpos, jadeando lascivos.

Distorsionando el orden perfecto del escritorio; que se ha convertido en nuestro altar, donde nos fundimos para ser uno y adorarnos en el éxtasis de una sincronía perfecta.

Diario de una solitaria cuarentona II

Querido diario, compañero incansable:
Hoy fue un día tranquilo.
La luz del alba invadió mi habitación y de a poco me despertó, traviesa jugando en mi rostro.
La cama estaba tibia y disfrute de esos cinco minutos que no siempre tengo y que tanto me gustan.
Me retorcí en la cama, me estire, alce los brazos … desperté de un descanso reparador y por cierto muy necesario para mis cuarenta años.
He notado amigo, que ya no me levanto apurada como antes.
Disfruto de mi despertar, de esos cinco minutos, del remoloneo y el romance con las sabanas que se niegan a dejarme ir cada mañana y que me acarician hasta el ultimo instante tratando de convencerme que me quede con ellas.
A esa hora, me seduce una ducha, y me levanto a desfilar por la habitación preparando cuidadosamente cada prenda a ponerme, cada crema, cada detalle que la noche anterior seguramente quedaron en un cajón.
Elijo cuidadosamente, mi ropa interior, hago un ritual de esa ducha que me daré, preparo los aceites para el cuerpo, esos que huelen a almendras y que suavizan tanto mi piel. Dejo correr el agua hasta alcanzar el punto exacto, ese, que reconforta cada poro de mi. Dejo caer el agua por mi cabello, que se estira llegando a mis muslos y me acaricia suave la espalda.
Cierro los ojos y siento el agua golpetear en mi frente y tomarme toda, hasta poseerme.
Tanteo frascos de champú y llego al momento que más me gusta.
El de las caricias, si, tomo el jabón y lo paseo por cada recoveco curva y monte de mi cuerpo mojado.
Patina, juega, con la espuma y me recorre, insaciable.. divertido, sensual.
Surca mi pechos, baila en mi vientre, saborea mis piernas.. me conoce, toda, me besa hasta desaparecer.

Diario de una solitaria cuarentona I


Querido diario, amigo, confidente mío:

Anoche no te mime como de costumbre. Llegue cansada y como sabes, cuando es así solo quiero gozar de un buen descanso. Fue un día maravillosamente agotador.

Por eso, cuando llegué a casa, me dirigí a mi habitación, prendí la luz del velador, tenue, lánguida, cómplice de las sombras que jugueteaban por doquier. Me quite despacio mis prendas, una a una, todas desnudando delicadamente mi ser.  

Me contemplé un momento, quizás hasta con cierta lascividad, como la del atractivo desconocido que cruce en el pasillo de aquel viejo edificio que visite. Me abra deseado en ese cruzar de miradas perdidas? Quien sabe.

Me contemplé, y lo hice, como hacía mucho no lo hacia, en la penumbra frente al espejo, me acaricie, con la mirada; cada parte de mi, sintió mis ojos aceptándome, y con una sonrisa de satisfacción, soñolienta, me sumergí en ese mundo de sabanas de seda a gozar de sus acaricias durante toda la noche. Sabes bien amigo, que no puedo dormir con camisón. Me aprisiona y no me permite soñar.

Tendida en la cama, con las yemas de mis dedos, acaricie mi cuello, con una suave presión tratando de relajarlo, esos dedos se deslizaron por mis hombros tan cuidadosamente humectados con crema de miel. Toque mi clavícula y baje a mis pechos, que los esperaban expectantes… suaves, erectos.

Lo último que recuerdo, es haber tomado una bocanada de aire, acurrucada y abrazada a la almohada y haber sentido perfume, si, ese que resulta tan mío y que me caracteriza, ese que no son flores pero huele a flores, que no son hojas pero tiene un dejo de verde, que no es madera pero tiene su esencia.. ése aroma tan a mi, me arrulló y me dejó volver soñar.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Despertar

Su aroma invadió la habitación y despertó de repente..
Aturdido, adivino los muebles de su habitación en la oscuridad.
La busco, entre las sombras que jugaban a las escondidas, entre el silencio que trepaba por las paredes y se agazapaba en los rincones. La buscó, sabía que ahí estaba, la sentía tan cerca!!
Aun sentía su olor, ensanchaba su pecho para poder llevarlo hasta lo más profundo de su ser al respirar, queriendo tomar todo el aire y no soltarlo, para no soltarla para seguir sintiendo desde dentro su presencia… La sentía tan cerca tan dentro de él...

Aun vibraba de caricias, que tocaban la sinfonía más bella con su piel y lo erizaba.
Aun le latía el corazón sintiendo sus labios recorrerle el cuello, jugar en su pecho, naufragar en su vientre y en sus partes más íntimas, impregnadas ahora de la humedad que deja el éxtasis al hacer erupción.
Aun sentía sus dedos y el roce de su cuerpo con el de ella, aun sentía, aun la sentía y palpitaba, aun palpitaba…

Toco la cama vacía, acaricio las mantas, respiro profundo una última bocanada de su olor, se acurrucó en la cama y se volvió a dormir.

domingo, 21 de agosto de 2011

Historia de un camino y sus personajes - Parte II

Cuando se descongestionó ese ir y venir de almas que suben y que bajan, que lloran y sonríen, que se dicen adiós o se abrazan largamente, luego de mirarlos detenidamente. Me calce mi bolso al hombre y encaré en busca de un lugar donde quedarme.

Caminé, por una calle coronada de árboles con copas que parecían ser de oro, caminé por una alfombra similar de flores caídas que jugueteaban al son de la brisa que las manipulaba a su antojo.

El aire era liviano, fresco y liviano, mis pulmones acapararon todo el aire limpio que pudieron, como si quisieran guardar una reserva para otros días no tan limpios.

Saque de mi bolsillo un papelito con una propaganda que decía: “Hostería de la Cascada” y casi diminuta una letra que rezaba “has realidad tus sueños”

Caminé como un kilómetro, cuando comenzaba a desesperar y me senté al borde de la calle que ya era de piedritas grises blancas y negras. Cuando levanté la vista, en lo alto de una loma, ví un edificio que parecía ser parte de un cuadro. Rodeado de montañas, árboles, flores y caballos. Pensé:

-          Haré realidad mis sueños, si, lo haré.

Y me encaminé valerosa, hacia ese edificio que me había traído desde tan lejos en busca de un poco de paz y de algunos sueños.

Historia de un camino y sus personajes - Parte I


A veces creo que Dios me quiere mucho, ó muy por el contrario me aborrece y es por eso que me mantiene en esta tierra sin que nada malo me suceda.

Cuando el micro paró a cargar gente cerca de Gral Pico yo dormía placidamente, estirada sobre mi asiento y el lindero que estaba desocupado, hasta que una presencia a mi lado pregunto si necesitaría los dos asientos que estaba ocupando.

Apabullada por el sueño, el no saber donde estaba, y el perfume que de ese ser emanaba, me enderece a regañadientes, me tapé con la campera que llevaba e ignorando la irónica voz que me perturbó en mi apacible sueño, continué como si nada hubiera pasado. Como de costumbre, no tarde en recuperar el sueño.

Imposible saber cuantas horas dormí, podían ser dos, como 16, ya que soy buena dormilona cuando mi cuerpo así me lo pide y las circunstancias me lo permiten. Cuando me desperté, escuche a mi lado, la misma voz molesta de la noche anterior, que decía:

-          Buen día bella durmiente. Vas a seguir durmiendo o preferís desayunar? 

Con la seriedad que me caracteriza cuando no logro entender una situación, o algo  no me resulta agradable, miré para todos lados y pregunté si se dirigía a mi.

Otra vez con su ironía afirmó pero esta vez, con un gesto que a esa hora me parecía detestable aunque dejase entrever en su sonrisa, la hilera perlada que se escondía tras sus labios finos.

Pregunté donde estábamos y me confirmó que cerca de El Bolsón, indicándome que se trataba de un pintoresco pueblo escondido en las montañas de Río Negro.

Una sonrisa forzada salió de mis labios y suspiré aliviada, no tendría que soportar mucho tiempo más a mi indeseable aunque interesante compañero de asiento ya que ese era mi destino, el que no confesé.

No podía dejar de mirar por la ventanilla, el paisaje era maravilloso. Y mis ojos parecían salirse de sus órbitas, con cada cuadro que se pintaba ante ellos.

Necesitaba un cigarrillo, si, definitivamente necesitaba un cigarrillo. Vaya a saber cuantas horas hacia que no saboreaba uno. Así que me fui a la cabina y le pedí permiso al conductor para entrar y fumar junto a él. Si, ya se que esta prohibido fumar en los micros, pero los choferes de larga distancia fuman, quien más quien menos, no se pueden resistir a los vicios de una mujer que viaja sola. Cigarrillo y un poco de charla, me terminaron de despabilar.

Fue así que en la charla me informó el chofer, un personaje cincuentón que alardeaba de su .. vaya a saber que…  que en una hora estaríamos llegando al destino. Cuando sus insinuaciones comenzaron a picarme, y el cigarrillo se terminó, me levante y volví a mi asiento.

-          volviste?

Dijo esa voz, que ya comenzaba a detestar. Y queriendo entablar charla, me ofreció café, mate, galletitas, alfajor y mentitas. Negándome a todos los ofrecimientos, me calcé los auriculares y me dejé llevar por la música. No quería nada, solo quería bajar de ese micro y disfrutar de mis vacaciones sola, sola, sola.

A veces, encontrarme me hace bien y para ello necesito estar a solas, volver a mi es algo que me hace sentir mejor y me ayuda a continuar con mi patética rutina de oficina  y de heroína que todo lo puede.

A veces, cuando quiero encontrarme conmigo misma, toma una ruta inesperada con miedo, miedo a encontrar la libertad y no querer regresar.  

La desinflada frenada del micro, me indico que era tiempo de comenzar mi camino.

lunes, 8 de agosto de 2011

Historia de un aventón - Parte III


Al poner los pies sobre la tierra y cerrar la enorme puerta del vehiculo que me llevo a mi destino, supe que no volvería a ver sus ojos. La despedida fue silenciosa, tan solo una sonrisa y sin palabras, pues ellas estarían de más.



Esa mañana, un inquieto rayo de sol logró encontrar un espacio a través de la cortinita de terciopelo azul, para jugar con mis párpados que se negaban a despertar al día que comenzaba.

Aturdida, medio dormida, sentí mi desnudez debajo de las mantas que nos cubrían del blanco frío matinal. Nuestros cuerpos estaban calientes y un aroma embriagador inundaba el lugar. Contemplé su rostro pacífico, sus labios carnosos y sus manos y volví a posar mi rostro en su pecho, sintiendo en mi mente como una película con las imágenes, olores y sabores de la noche anterior.


 Caída la noche arrullada por la luna, cantando preciosas canciones de cuna. A medida que avanzaba por el camino, las ruedas nos internaban en el frío blanco que hiela la sangre de aquel que desconoce la noche en estas rutas.

El aire helado adormeció mis sentidos y la voz gentil de aquel desconocido que me permitió acompañarlo, me ofreció sus brazos. Eterno fue el día y negarme no pude, fue largo el camino para llegar hasta él.
 
Bastó una mirada para que caiga rendida, ante el mar de sus ojos. Me deslice despacio hacia el mullido lecho que como caracol lleva a cuestas aquel señor.

Así como a la noche me arrullo la luna, y el hombre gentil manejo con cuidado, como queriendo acunarme, busco un descanso, se escucho en el desierto un suspirar de motores.  La luna parecía tocar las montañas buscando las nubes que despintaron el cielo.

Tendida en el lecho que recorre las rutas, sentí el silencio que atrae la nieve. Sin nubes que opaquen la inmortalidad de las estrellas me dejé llevar, antes que la noche escarche mis fantasías.

Pidió permiso y entró en su lecho, suave y tímido el caballero. Fue pequeño el lugar y amplio el deseo que emergió de repente al estar frente a frente.

Eternos instantes nos miramos de cerca. Pudiendo sentir tibio nuestro aliento, pudiendo desear la humedad de nuestros labios, convertidos en imanes, pudimos acariciarlos con la mirada y de a poco …. muy de a poco, entré en el ensueño de sus manos. Eran toscas y torpes, pero suavemente tocaron mi cuerpo, rozándome despacio como se trata un cristal o como se acaricia la seda que flota delicada a merced de la brisa que la gobierna en primavera.

Presentí como llovía en los vidrios que recibían nuestra respiración, Ah!! Leales  nos defendieron del frío que celoso quería entrar a helar nuestras pasiones.

Abstraídos de esa lucha, libraba del otro lado de la cortinita de terciopelo azul, nuestra ropa fue cayendo poco a poco y dejó de ser nuestra, nuestros cuerpos sucumbieron a la humedad de nuestros labios y ya no eran nuestros confundiéndose, entrelazados en perfecta armonía, nuestros cuerpos se balanceaban al son de nuestros deseos.

Nos acariciamos erizados, nos besamos íntegros, nos escudriñamos suaves, nos absorbimos inagotables, fuimos uno en el éxtasis y en la calma mientras nuestros ojos… Oh! De nuestros ojos destellaban cristales de pasión, lágrimas candentes, que suspiraban placer. Nos acariciamos, nos besamos hasta caer dormidos, en medio de la inmensa nada helada que nos rodeaba y absorta desde la inmortalidad nos contemplaba.

Historia de un aventón - Parte II

Sentada en el cantero que pretendía infructuosamente adornar el último surtidor de combustible de la playa. Desentendida del mundo, me dedique a contemplar como el sol se preparaba para ir a dormir. Sus comadronas las nubes lo ayudaban a cambiarse, dándole mimos de algodón naranja y mudando su ropa de un celeste pálido a un dorado que anunciaba la llegada de la luna, que soberbia se apoderó de mis ojos.  Tan reluciente y delicada fue su llegada que me sentí en otro mundo, parecía que era la primera vez que veían un atardecer. En realidad, era la primera vez que me había tomado el tiempo de verlo.


Mientras yo volaba de alguna manera hacia mi misma, el playero, se encargó de conseguir quien me llevara a mi tan ansiada libertad. Agitó sus manos y una sonrisa cómplice, me confirmo que había conseguido un transporte para mí.


Nunca había visto tan de cerca un camión, pero era lo que buscaba, era lo más seguro para una mujer sola que nadie sabía donde estaba ni a donde iba. Nunca imaginé que fueran tan grandes, debe ser que en la televisión el mundo es tan pequeño que uno no toma conciencia de que tan insignificante es en realidad.


En una lucha con mi bolso y sus rueditas en la que triunfal sonreí frente a una rueda frontal de ese enorme camión que se burlaba de mi estatura, frené para contemplarlo. Imponente, poderoso y que rugía de ansias por volver a las rutas.


Y yo que me creía una persona desenvuelta y práctica. Tímidamente, asumí que no sabía ni como, ni por donde subir a un camión.


Difícil fue trepar hasta mi asiento, el que divisé al abrir la enorme puerta del Inter que ya en marcha esperaba por mí en medio de la playa de estacionamiento de esa ciudad para mi desconocida.


Si bien hacia cuatro grados bajo cero, entré en un extraño calorcito, si…de esos que nos dan cuando nos encontramos en apuros y no podemos evitar sentir vergüenza. Mientras trataba de ver como podía hacer para llegar hasta el asiento que se alzaba mucho mas arriba de mi escaso metro setenta (con tacos ) sin olvidar mi equipaje.


Primer intento: fallido, resultado, una uña rota y un salto hacia atrás disimulando el resbalón. Segundo intento: obviamente fallido, resultado, otra uña rota, más calor y un bolso que se desplomó en el piso y que casi me lleva con él.


Esto requería un poco de física básica, calcular volumen, distancia y peso, tanto mío como el de mi equipaje.


Cuando divisé los peldaños de hierro de la cabina, mi único pensamiento fué:


-No te patines, no te patines!!,


Ese vehiculo que se erguía frente a mi, me apuraba con su rugir de motor impaciente que me hacía recordar el calor que corría por mi rostro.


Era inútil mi bolsito de mano al tono, el bolso del equipaje, pesado y molesto y un ataché no podían subir al mismo tiempo que yo y obviamente ellos solos no subirían.


Por lo tanto, me resigné a tratar de encestar mi bolsito y el ataché en el asiento y subir el bolso por encima de mi cabeza que me demostró, contrario a lo que siempre había creído, que no es conveniente llevar mucho equipaje.


Luego de aventar las cosas, y rogando no haber roto nada, al subí el primer peldaño, me asomé a ese desconocido mundo: era una cabina!! Si!! Como esas con las que soñaba desde pequeña. Me inundo la tranquilidad cuando mis ojos maravillados tropezaron con unos suaves ojos verdes que me observaban sonrientes y hasta un poco burlones.

Ahí estaba, aun luchando con la puerta que se negaba a cerrarse, celosa de saber, que me acercaba al conductor , mi nuevo compañero de viaje de sonrisa amena y cálida voz, al que no conocía aún, pero que en este trayecto conocería mucho mejor.


-Estas loca! Gritó mi cautelosa conciencia, si, otra vez ella, esta vez resignada de saber que no la escucharía por el estruendo que hizo la puerta al cerrarse por completo.


-Loca no!!  - Pensé -  solo decidida a huir...

Historia de un aventón - Parte I

-Estas loca! Gritó mi cautelosa conciencia, esa que había amordazado, atado de pies y manos, cuando preparé el bolso la noche anterior.

-¡¡Loca no!!  - Pensé -  ¡¡solo desesperada por huir del mundo que me lastima!!.

Ese día entendí, algo que nunca me enseñó mi pequeño, calculado y hermético mundo de perfección y detallismo, la tan detestada y pordiosera improvisación.

Jamás lo había entendido pero ese día, llegué tarde a mi huída. Y como fugitiva inexperta, me encontré sola en medio de una nada que no conocía, una nada mucho más inmensa que mi propia nada; esa, de la que escapaba.

Había perdido el transporte que me desconectaba totalmente de ese mundo del que quería estar lo más lejos posible. Y a su vez ya había pasado el punto de no retorno. Solo podía avanzar improvisando.

Como podía ser? Si yo, la puntual, la detallista, la perfeccionista había calculado todo, hasta un amplio margen de error para no fallar y salir veloz por la ruta que lleva a la libertad. Durante días como un preso sin tiempo, y con la paciencia como única amiga, cavé el hoyo que me liberaría.

Como podía ser? Y entendí.  La humanidad, había creado el más poderoso de los carceleros. El reloj. Fue así que, miré mi muñeca y desabroche el precioso y delicado aparato que marcaba aún el ritmo de un pasado que ya estaba dejando atrás. Lo presioné en mi mano, y lo dejé caer a mi lado para seguir caminando, dejando también atrás, la terminal de micros que ya nada me ofrecía.

Sin dejar de despotricar en mis adentros contra la compañía aérea que por su demora, me dejó a merced de mi misma en ese lugar que no conocía. Caminaba metida en mis pensamientos, hasta que otra vez mi inexperiencia de fugitiva se hizo notar, al sentir el viento colarse por mi abrigo de piel a la moda, que solo servía de adorno.

El sol que me seguía desde que aterricé a miles de kilómetros de mi ciudad, hizo resplandecer un cartel que me ofrecía comida, calor y lo mejor …la posibilidad de un transporte.

Castañas miradas siguieron mi paso, o el flamear de mis cabellos que luchaban desorientados con el viento del atardecer. Castañas y nobles miradas, entendieron que podían ayudarme a pedir un aventón.

-Estas loca! Gritó mi cautelosa conciencia, una vez más.

-Loca no!!  - Pensé -  solo desesperada por huir del mundo que me lastimaba.