jueves, 20 de agosto de 2015

La enfermera




-                ¿Qué postre tenés?
-                Tiramisú, Mouse de dulce de leche y frutas
-                Entonces no quiero nada – dijo de mala manera y alejándose del mostrador, rumbo a la mesa donde la esperaba su compañero.
Su compañero, Fernando, era doctor, ella su enfermera. Él era el nuevo. Joven, alto, apuesto y resultaba interesante. Ambos trabajaban para una planta junto a otras cuatrocientas personas y eran el staff de Servicio médico.
Verónica se sentó a su lado y el rostro disgustado que salió del mostrador, cambió radicalmente a una sonrisa que le iluminaba la cara que parecía picada de viruelas.
Charlaron distraídamente mientras almorzaron. Ella escuchaba con atención exagerada todo lo que él decía mientras se arreglaba el pelo corto y niveo, deseó haber ido a la peluquería y hacerse la tintura, las uñas, depilarse “ojalá no me pida salir hoy”.
Ella habría preferido hablar de cosas personales, pero la charla solo fue de trabajo. “Es nuevo, ya vamos a charlar de otras cosas primero nos tenemos que conocer” se dijo a sí misma convencida de que la relación laboral terminaría en una relación amorosa. Es que él era todo lo que ella había soñado y por fin lo tenía enfrente. Estaba conociendo a alguien con quien poder compartir su vida. Eso la emocionaba como a una adolescente que va a salir por primera vez con el chico que le gusta. Nunca se había casado y ya contaba con más de 40 abriles. Todo candidato a compañero era demasiado poco para ella y no duraban más de unos meses, pero este era distinto, esta era su oportunidad.
Mientras el Dr. Hablaba, la mente de la enfermera volaba sin cesar, pensando en donde vivirían, cuantos hijos tendrían “no más de dos” “trabajamos los dos y él debe tener un buen sueldo, me lo dicen sus zapatos, vamos a vivir bien, se terminaron las miserias”, “no veo la hora de conocer nuestro hogar” Es perfecto, justo lo que andaba buscando, “calculo que en seis meses estaremos casados” y se sonrió para adentro al pensar en la luna de miel en Cancum, el vestido de novia “blanco no, me gusta color champagne”, “la fiesta va a ser sencilla, aunque puede que él quiera algo extravagante de acuerdo con su posición social”
Entre charla y pensamientos pasó la hora de almuerzo. Cuando se levantaron para volver a su trabajo, una mujer joven y bonita se presentó:
-                ¡Hola! ¡Como te trata el trabajo nuevo? ¿Podemos hablar?  – dijo sonriente.
-                ¿Que necesitás? – Interrumpió brusca y de mala manera la enfermera, que se posicionó delante del Dr. como un centurión que cuida al Cesar. El Dr. atónito quizo decir algo pero no lo dejaron.
-                Discúlpame, tengo que hablar con él - y con un gesto de interrogación alzó la mirada para encontrar el rostro que la miraba desde aquel metro noventa y cinco que medía Fernando.
-                Ella… - quería interrumpir el Dr, pero sin lograrlo
-                 ¿Qué consulta?  - interrogó exasperada, la enfermera.
-                Eh.. – dudó la chica que ya comenzaba a molestarse y miraba al Dr con expresión confundida.
-                Mirá yo soy la enfermera. Y primero me tenés que consultar a mí! – dijo mientras la acuchilló con la mirada.

“¿Esta que se cree? ¿Qué me va a pasar por encima? ¿Y a Fernando que le pasa? Ya me va a escuchar, lo único que faltaba, viene una le mueve un poco el culo y ya le dice todo que sí y pone esa sonrisita tonta en la cara. Ya va a saber lo que es bueno esta chirusa, se hace la mosquita muerta pero ya me va a pedir medico a domicilio. Se me van a perder todos los certificados y vamos a ver si te quedan ganas de volver por el consultorio. Querer sacármelo con esa actitud de nenita que nada tiene de inocente. ¡Que descaro! Pero ¡¿quién se cree que es?!¿No se da cuenta que la que está todo el día con él soy yo? Que no puede venir a charlar con él porque si, sin decirme a mí que quiere?! Pero claro, la culpa no la tiene el chancho, a Fernando le gustó la caidita de ojos, seguro que se la levanta, por eso se la debe querer llevar al consultorio. Claro, si con Doctorcito nuevo todas se creen con derecho a venir a mover el culo acá. A todas les duele algo, con el otro no venían nunca. Claro estaba viejo, y mal humorado, este es un bombón y todas se dicen enfermas.  Y éste que no les dice nada y las atiende. ¿Pero quién se cree que es?! La chiquita esta se va a acordar de mí. En definitiva, la que maneja el ausentismo soy yo y como si fuera poco va a ser mi marido, así que tengo que empezar a ponerle los puntos a estas negritas desde ahora.”

La enfermera exudaba rabia, sus ojos estaban inyectados en sangre. Sus labios se tensaron, no podía decir lo que quería decir y la tensión inundó el lugar.
-                Verónica – la frenó el Dr. Colocándole una mano en el hombro - me disculpo, creo que hay un mal  entendido. Te presento a Victoria, trabaja en el área de proveedores. Es mi esposa. 

RGL 08/07/15

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